EL DIA QUE MURIÓ ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR. CRÓNICA DE UNA MUERTE (no) DESEADA. Homenaje a El Gesticulador de Rodolfo Usigli.

2 meses ago
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Alejandro Cea Olivares.

En la tarde de ese día el rumor de la muerte de Andrés López Obrador ya ofreció un saldo de  tres camionetas quemadas, dos con sus ocupantes dentro, seis de a pie muertos por herida de bala y muchos caídos, pisoteados por la estampida que siguió a los enfrentamientos sucedidos en Avenida Chapultepec, cerca de una de las entradas del Metro Línea 1,

Todo empezó muy temprano cuando diez, doce o más carros y camionetas en convoy y adornados con banderas de México tocaban alegremente sus cláxons. Ocupaban los vehículos mujeres maduras vestidas con pantalón y chamarra blanca, como las usadas en las manifestaciones contra el gobierno. La caravana bajaba de las Lomas de Chapultepec, de Vista Hermosa, de Tecamachalco.

Las participantes respondían a una invitación  originada muy temprano en la  red o a través de llamadas telefónicas que alegremente anunciaron e invitaron: “Ya es un hecho el kakas, el loco  tabasqueño murió, fue un infartazo, por fin hizo algo bueno. Vamos a festejar en el Angel de la Independencia.”

Las de las camionetas y carros cantaban con la tonada del juego de Doña Blanca:

Ese kakas, tabasqueño,

ese indio Macuspana

Se le paró el corazón

y se fue a la chingada,

 

Mientras tanto cientos de personas salían de la estación del Metro Chapultepec. Venían del oriente de la ciudad: Neza, Pantitlán, la Agrícola Oriental. A muchos de ellos también el rumor les había llegado Todos, sin embargo, habían salido – obligación manda – a trabajar y fueron sorprendidos por los cantos y gritos de las señoras de la caravana.

 

Luisa Covadonga, de familia gallega dueña de muchos moteles era una las más entusiastas festejantes. Sacó la cabeza por la ventanilla de su camioneta y gritó lo tantas veces escuchado y deseado en su mundo social: ¡Ya se les murió el kakas, bola de mantenidos! ¡Huevones, muertos de hambre! De entre quienes cruzaban la calle una mujer le mentó la madre y la tomó de los cabellos, alguien abrió la puerta, la bajaron y tiraron al suelo, golpes y patadas. Se armó la trifulca.

 

Un grupo trató con aventones de volcar la camioneta de atrás. En ella venían la esposa y amigas del dueño de una Aseguradora, junto al chofer dos de seguridad quienes se bajaron del vehículo pistola en  mano. Primero disparos al aire y otros, casi inmediatamente, más cerca de la gente. Vino la estampida.

De un puesto de papas a la francesa alguien tomó el tanque de gas y convertido en antorcha lo aventó a la camioneta donde iban las señoras. Explosión e incendio.   Minutos después siguió la volcadura y la quema de otras dos camionetas.

En el suelo junto con muertos y heridos de bala y los pisoteados por quienes corrieron quedó el cuerpo de Luisa Covadonga, los del forense dijeron dos días después que murió por estallamiento de vísceras

… EL HOY Y EL MAÑANA APARECIERON MUY GRISES.

El rumor de la muerte del presidente y la violencia  en el Metro Chapultepec originaron los saqueos.  No faltó  tienda OXXO, Coppel, Electra, miscelánea o tienda que no sufriera. algún daño. Por las redes convocaban a la banda. La banda robó en serio.

Los personajes del gobierno habían recibido la misma noticia: el jefe, el licenciado, el señor presidente murió hace un rato. Altos funcionarios, ayudantes cercanos se trasladaron  al Hospital Militar donde se encontraba el cadáver. A todos se les impidió pasar.  Nadie entraba y a nadie se informaba. Los secretarios y su gente se  encerraron en sus oficinas. Ni a quien preguntar. Duda, temor, incertidumbre. El teléfono de la Presidencia contestaba con un: “este teléfono está por el momento fuera de servicio”.

Los noticieros informaron sobre la explosión de un tanque de gas en las cercanías de la estación del Metro Chapultpec.  La explosión, se dijo, quemó vehículos y dejó varios muertos. Además se dio la noticia de la presencia de la Guardia Nacional y de la policía en el resguardo de algunas tiendas. Del muerto presidencial, ni una palabra.

Los rumores y la violencia provocaron crecientemente que desde casas y despachos se comenzaran a dar órdenes para cambiar dineros de las cuentas personales y empresariales a dólares, a euros, a yenes, a cualquier moneda disponible. Fue un correr detrás de monedas extranjeras, fue, en muchas casas de zonas residenciales, el sacar los pasaportes y preparar maletas.  Con la salida de divisas y la venta de activos y acciones el peso, el fortachón peso perdió en unas horas más del 30% de su valor.

Entre los grupos y gente del gobierno, nada estaba seguro. Se intentaron uniones y pactos; surgieron traiciones, golpes anticipados. En los cuarteles, oficinas, construcciones, aduanas, aeropuertos bajo el control de militar se relajó  obediencia. Ya no con discreción, sino abiertamente surgieron las críticas al enriquecimiento impune de generales y almirantes. En las ´pláticas de coroneles, tenientes coroneles y  mayores se predecía  el fin de sus negocios.

En muchas casas, no de valde el presidente López Obrador gozaba de cerca del 60% de simpatía por parte de la población, había  dolor y también indignación por los intentos de festejos. La incertidumbre hermanaba a todos: tanto a los que lo apoyan como a los que lo negaban. El hoy y el mañana aparecían grises.

 

….. Y SE REUNIERON LOS DE SIEMPRE.

Los saqueos, la salida de dinero y la crisis en las instituciones obligó  a  Antonio del Campo, eterno líder empresarial a citar a una urgente reunión en su casa. Llegaron personajes de los grandes capitales, los secretarios de la Defensa y de Gobernación, los dueños  del radio y de la televisión. Por la residencia apareció el embajador de los Estados Unidos  del brazo del expresidente Salinas de Gortarí. Completó el grupo, quizá por deferencia, quizá porque también ya era de  gran capital, Andrés López Beltrán, el hijo de enmedio del presidente.

El anfitrión tomó la palabra:  El caos no debe seguir urge que hagamos algo. Del presidente, explicó, dependía  la tranquilidad; sin su control la gente se está matando, pueden venirse contra nosotros ¿Me equivoco, general?

Es urgente, alguien dijo, acabar con la incertidumbre: es momento de  anunciar oficialmente la muerte del señor presidente López Obrador. A esta propuesta contestó el secretario de la Defensa: si con sólo el rumor ha habido muertos y saqueos sino establecemos previamente  controles, puede ser terrible lo que venga después del anuncio oficial. Imagínense, añadió, que la misma gente de dentro del gobierno suelte a los grupos de anarquistas pagados por los nietos de los exiliados españoles o que sigan convocando a las bandas, los mismos líderes que el presidente controlaba.

Uno de los empresarios quien, amigo de años del presidente, se había llevado algunos de los mayores contratos de  construcción añadió: el presidente López Obrador mantenía tranquila a la gente, sin él, como alguna vez expresó, el tigre se suelta. Ya informado de las insubordinaciones de varios mandos medios el secretario de Defensa añadió: con el presidente los oficiales se mantenían tranquilos pues sabían que algún día recibirían algún cargo o beneficio, sin él empiezan a exigir lo suyo.

 

… NOS URGE VIVITO Y COLEANDO.

Como broma o  como propuesta seria uno de los empresarios de mayor edad dijo: lo mejor sería presentar vivito y coleando al presidente. A esta propuesta el Andy el millonarísimo hijo del presidente indignado contestó: estás loco, ¿Quién puede suplir a mi papá? ni modo de revivirlo.

Al igual que en la reunión de hacia doce años cuando los notables decidieron lanzar como presidente a un tipo guapo, tonto y sin escrúpulos, Enrique Peña Nieto tomó   la palabra el heredero de los Azcárraga, Emilito. Con nosotros, expresó mirando al de la idea de presentar vivo al presidente trabaja un actor que ha representado durante años en los programas de  televisión a don Andrés Manuel. Camina, habla, tiene sus mismos ademanes y expresiones. Está un poco más gordito, cachetón, pero, con el maquillaje, se confunde con el presidente. Si ustedes quieren, lo lanzamos.

Después de  un largo silencio, un banquero preguntó: ¿Será de confianza?, ¿no se querrá salir del huacal?, y por ahí otra voz: ¿cómo le informamos a la gente que el presidente no está muerto, si el chisme corrió por todas partes? en mi  colonia en Rancho San Francisco – una de las más caras del sur de la ciudad – hasta están preparando una especie de kermes y tardeada para festejar que  ese tipo ya murió.

Urge, señores intervino el embajador norteamericano, que tomen ustedes alguna  iniciativa. Hay mucha preocupación de mi gobierno por lo que está ocurriendo. A Estados Unidos no le interesa tener un vecino con la casa incendiada. Nosotros apoyamos y hasta perdonamos los desplantes del presidente López Obrador porque él le dio esperanzas a los que ustedes tienen metidos en la pobreza y la inseguridad. Mantuvo a todos en paz.

Yo propondría una votación, dijo el secretario de Gobernación. Ninguna votación, señor, le contestó uno del gran capital. Ya estamos cansados de sus tontas votaciones que solo sirvieron para que los caprichos y negocios del difunto, con perdón de usted Andrés, se cumplieran y crecieran.

Yo estoy convencido, alzó la voz Carlos Salinas mientras se servía su cuarta copa de coñac, que necesitamos mantener vivo al presidente, con sus conferencias diarias, con la esperanza y apoyos que ha dado a los que menos tienen que son los más existe tranquilidad en el país ¿No se dan cuenta que sin él se está  soltando el tigre?

Todos con excepción de Andrés el hijo fue aceptando, por propias razones, tener vivo  al presidente. El de Gobernación y el de la Defensa pensaron tener mano en el control del revivido Andrés López Obrador; los de los medios con mayor razón: el presidente, sería igual que ocurrió con Peña Nieto, la gaviota y compañía uno de los suyos; los banqueros y señores del dinero recordaron que cada seis años debían  platicar, acordar, comprar a los nuevos y con este lo habían logrado y bien. ¿Para qué cambiar? El embajador de Estados Unidos aceptó feliz: él ya sabía cómo manejar a un López Obrador este segundo sería más fácil.

 

SÁNCHEZ ABUNDIS, IMITADOR Y APASIONADO SEGUIDOR.

Con una llamada telefónica de Emilio Azcárraga el nuevo  o ya viejo López Obrador, pues tenía más de diez años imitándolo fue invitado con urgencia a la residencia de del Campo. Para recibirlo y hablar con él fueron escogidos el de la casa, el de Televisa, su jefe y para darle lugar a la política al de Gobernación.

Visto de cerca y aún sin maquillaje Sánchez Abundis, el actor le daba un aire al presidente. Había sido alumno de la carrera de Arte Dramático de la UNAM, miembro del teatro universitario y de los grupos de teatro de protesta; como todo los que empiezan hizo de extra y tuvo papeles pequeños en el cine. Desde hacía más de diez años había sido el André Manué Lope Obradó de las series sobre el poder.

Para actualizarse e imitar a Andrés Manuel veía  durante horas y horas, en el área de noticieros de Televisa, sus  discursos, entrevistas, mítines y diariamente seguía de principio a fin las conferencias mañaneras. Tanta exposición al discurso y a la figura lo convirtieron en admirador del presidente. Más que Imitador, conocedor y, ante todo, fiel seguidor. Su conversión sólo la conocían sus camaradas de grupos de estudio y de acción política, como él los llamaba, de izquierda de la de en serio.

A la propuesta de suplir al señor presidente, su no fue rotundo: un seguidor de  López Obrador, pensó  jamás se prestaría a una patraña así. Las razones o sin razones de Azcárraga, de del Campo, del de Gobernación no lo movían de su negativa. Ni siquiera servían las amenazas de Azcárraga de congelarlo para toda la vida de no aceptar este importantísimo nuevo papel.

Sánchez Abundis había llegado a la reunión con su compañera, su camarada, su cómplice: Tamara. también de la escuela de Arte Dramático y también seguidora, aunque con menos calor que su marido, de Andrés Manuel. Pidió hablar a solas con él. Si tú en verdad estimas a Andrés Manuel, es el momento de salvar su obra. Si tú no lo haces  estos tipos mañana nombran a uno igual a ellos. Tú de todos, quizá hasta de su hijo, eres el único que conoce sus discursos, que cree en sus ideas. Te volviste su sombra, su copia, su segundo. Piénsalo y acepta. Yo estoy contigo.

El actor, se tomó la cabeza con ambas manos, así estuvo un buen rato. Se levantó del sillón, entró a la sala. En ese momento desapareció Sánchez Abundis y apareció Andrés Manuel López Obrador. Señore no cae duda de la mafia del pode; aquí tan todo reunido toy a su ordene.

Todos, impresionados, se levantaron de sus asientos. Dejaron a un lado los vasos y  cada uno lo fue abrazando.  ¡Ya tenemos presidente!  expresó cuadrándosele el de la Defensa. Andrés el hijo, lo miró con rabia, Sánchez Abundis le mantuvo la mirada: Deme un abrazo, le dijo, para mi es un honor inesperado representar a su padre. Andrés se lo dio.

Con un López Obrador revivido los que estaban en el secreto  actuaron con premura y rigidez. El cadáver del verdadero presidente fue cremado en un horno para drogas del campo militar. Nadie conoció la identidad de quien venía en la bolsa. A los médicos y enfermeras que vieron muerto al verdadero presidente con amenazas y dinero se les silenció y para asegurar la discreción uno de ellos parlanchín  y contestatario se encontró con una bala perdida al salir de su casa. Así a todos se les dio una nueva razón para callar.

 

EL REGRESO DEL SEÑOR PRESIDENTE….

Ese mismo día por todos los medios de comunicación se hizo conocer el boletín de la presidencia de la República que anunciaba el regreso y la reintegración a sus actividades del presidente López Obrador. En el  nuevo aeropuerto Felipe Ángeles hubo un gran despliegue de cámaras de televisión, de fotógrafos, de soldados, asistió el gabinete en pleno y buena parte del cuerpo diplomático. Esperaban la llegada de un avión procedente de  Filadelfia. En él, ya liberado de un coagulo que se le había alojado  en la aorta, como se informó durante horas por todos los medios de comunicación, regresaba después de cuatro días de tratamiento el señor presidente Andrés Manuel López Obrador.

La historia de lo que había ocurrido fue repetida hasta el cansancio. El señor presidente se había presentado al Hospital Militar para una revisión de rutina. Ahí se descubrió al coágulo que impedía la circulación en la vena aorta.  Quedaba la intervención quirúrgica riesgosísima o se podía recurrir a la más moderna tecnología que se experimentaba en el Penn Heart and Vascular Center de Filadelfia.

Alguien muy bien informado dio a conocer en exclusiva que en esos días el señor presidente no aceptaba ir al extranjero, sólo los ruegos de su esposa y de sus hijos y la palabra de los especialistas le hicieron aceptar el viaje. Un avión ambulancia militar lo trasladó del aeropuerto de la Ciudad de México al  Aeropuerto Internacional de Filadelfia, de ahí en helicóptero al hospital. Fue una intervención difícil: con rayos láser y el apoyo de la Inteligencia Artificial se deshizo el coágulo sin dañar las delicadísimas paredes de la aorta.

De todos esto, se dijo, no se había informado al pueblo de México porque la familia del señor presidente así lo había pedido; sin embargo, también se dijo, desafortunadamente los conservadores, los enemigos del pueblo habían aprovechado la momentánea ausencia del señor presidente para lanzar la mentira sobre su muerte.

Del avión que en realidad sólo había viajado del aeropuerto de Toluca al Felipe Ángeles  bajó en una silla de ruedas, cubierta su cara con una máscara de oxígeno el señor presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo acompañaba su hijo y varios médicos. Un helicóptero lo trasladó a la cercanía de Palacio Nacional donde, según se dijo, por órdenes médicas debería descansar a lo menos diez días. Y así ocurrió.

 

CON EXCELENTES CONFERENCIAS MAÑANERAS, LA TRANQUILIDAD…

Por la ocupación del  departamento en Palacio no hubo problema: la esposa y el hijo menor del anterior presidente de hecho no vivían ahí y salieron, previo acuerdo de una muy generosa pensión, al extranjero. En lo que fue determinante, el nuevo presidente fue que con él estuviera, aunque ahora disfrazada de cocinera, su pareja de muchos años. Sólo no puedo con tanta carga, expresó.

Ya en Palacio Nacional se prepararon y ensayaron las conferencias mañaneras que sería el medio principal de reencuentro del presidente con el país. Sánchez Abundis, el nuevo López Obrador tenía el día completo para estudiar los temas que habría de presentar. El secretario de Gobernación y el de la Defensa con derecho de picaporte, diariamente estaban con él. Se concebían como directores de una obra de teatro con un actor sumiso a sus órdenes.

Las conferencias mañaneras, aunque por zoom dada la salud del señor presidente, fueron un gran éxito. Su discurso era superior al de los días anteriores a la operación. Más determinante, convincente.  Los principios de honradez; primero los pobres, por bien de todos; no mentir, no robar, no traicionar se manifestaban y daban coherencia a todos los temas tratados.

Con la diaria presencia del presidente, los del alegre festejo se silenciaron; los  dolidos y enojados de los barrios regresaron a su cotidiana y dura vida. En esos días, muchos de los de las bandas saqueadoras fueron detenidos, algunos murieron en enfrentamientos con la autoridad. Como resultado de esa tranquilidad el peso volvió a los niveles de los días anteriores a los rumores.

 

Y  QUE COMIENZA A EJERCER EL CARGO…

El nuevo habitante del Palacio, descubrió el poder de la red, del teléfono rojo, de las plataformas puestas a su servicio. Un día a uno; otro día a otro de los que estaban en el misterio los citaba, les pedía información: la estudiaba, la comentaba. Comenzó a recibir, interrogar y dejar algunas tareas primero por zoom, después en persona a los secretarios, a los del grupo cercano, a los empresarios socios. Cuando descubrían que no era el Andrés Manuel auténtico con quien hablaban, ya era tarde, debían obedecer y mantener el secreto. Lo contrario era jugar más que con su presente y futuro, jugar con su vida, alguien por ahí se los decía al oído.

Comenzaron a aparecer en Palacio Nacional varios de los que habían sido hechos a un lado. Carlos Urzúa, Arturo Herrera; exsecretarios, exsubsecretarios, Julio Scheler y sus relaciones con la prensa. Por Palacio Nacional aparecieron Cuauhtémoc Cárdenas, Alfonso Romo, su antiguo patrón Emilio Azcárraga, dos de los meros dueños del capital y varios ministros de la corte y  magistrados de tribunales.

El presidente, el de antes, el difunto había insultado, negado, aplastado a muchos del mundo intelectual, científico y de la prensa. A otras figuras: las de la Iglesia, los rectores universitarios, viejos líderes de izquierda las había olvidado, cuando no maltratado. Los más relevantes entre ellos comenzaron a asistir, primero a reuniones por zoom con el presidente y algunos, después de mostrar deseos de apoyar, citados a Palacio.

De entre exrectores y exfuncionarios, intelectuales olvidados o hasta vapuleados por el anterior el nuevo Andrés Manuel López Obrador convirtió a algunos en funcionarios a otros en consultores y a todos en guardianes y correas de trasmisión de los deseos presidenciales. Sánchez Abundis, es decir el nuevo López Obrador sin haber leído a Maquiavelo manejó con gran astucia los ánimos de revancha, de reconocimientos de quienes, conocedores de los temas, habían sido marginados.

 

SALVANDO A LÓPEZ OBRADOR DE SI MISMO…

El habitante de Palacio, gran conocedor de las ideas del presidente las usaba como argumento para poner orden en la gran fiesta y botín en que se había convertido el gobierno. Emilio Azcárraga, al igual que su padre soldado de régimen y los concesionarios y dueños de medios difundían en sus periódicos, estaciones de radio y canales de TV  las disposiciones surgidas en obediencia a los principios de la cuarta transformación: no robar, no mentir, no traicionar.

Aparecieron en varios noticieros denuncias sobre los latrocinios en el Metro y en la construcción de los segundos pisos del Periférico de la  ciudad de México. El presidente un día y otro también anunciaba la revisión de los precios exorbitantes de contratos del gobierno, se dolía de quienes lo habían  traicionado.

A Tamara  quien llegó al departamento de Palacio como cocinera le comentaba diariamente que él estaba salvando a López Obrador de sí mismo y de sus gentes. Que a él le correspondía hacerlo grande, el más grande de los presidentes.

Sánchez Abundis y Tamara habían participado en una puesta en escena de El Gesticulador, como hijos de César Rubio, el profesor que toma la personalidad de un general revolucionario para convertirse en gobernador: Conocían los parlamentos- Sentían que estaban participando en una obra parecida, aunque esta  de carácter real:

Por eso conocimiento previo Tamara usó las mismas palabras de Elena la esposa de César Rubio,

  • ¿Por qué habrás de arriesgar tu vida por una mentira? No lo hagas vayámonos de aquí, a vivir en paz y Sánchez Abundis recordando lo dicho en la obra de teatro le contestó:
  • Es que ya no hay mentira. Fue necesario al principio para que de ella saliera la verdad. Pero ya me he vuelto verdadero, cierto, ¿entiendes? Ahora siento comos si fuera el otro…haré todo lo que él hubiera podido hacer y más. (Rodolfo Usigli. – El Gesticulador)

 

TODOS SON GESTICULADORES, HIPÓCRITAS.

El presidente dio unos pasos más pues ordenó que se investigaran los cientos de contratos de construcción asignados directamente a empresarios y militares. El tren maya, la refinería de Dos Bocas, el ferrocarril del Istmo de Tehuantepec había sido puestos bajo lupa. Se acercaba la crisis.

Los secretarios de la Defensa y de la Marina, tres de los grandes señores del dinero, Andrés el hijo del presidente, todos cada día, a causa de las investigaciones ordenadas desde Palacio Nacional tenían mayores problemas para continuar con sus grandes negocios. Acordaron citar a Sánchez Abundis y ponerle un alto, para que  recordará  quién es, a quién se la debe.

Sorpresa: Sánchez Abundis no llegaba a la cita, no avisó de su tardanza, En su lugar llegaron varios militares, de los castigados por los aún actuales titulares, y retiraron a los de encargaos de la seguridad de quienes había citado al presidente y a estos les revisaron y quitaron sus armas, incluyendo las de  los secretarios de Marina y Defensa.

Sin haber sido citados, de pronto aparecieron los antiguos secretarios de Hacienda, Alfonso Romo con empresarios diferentes a los consentidos del régimen y para sorpresa general, el embajador de los Estados Unidos. Media hora después un edecán pidió que se levantaran para dar la bienvenida al señor presidente.

Poco se habló, ninguno se atrevió a seguir el guión pactado. El señor presidente les preguntó por la razón de su urgencia y lugar, fuera de Palacio Nacional, para pedirle una cita. Alguien de los del gobierno se atrevió a recordarle sus apellidos: – Mira Sánchez Abundis, aquí estamos para pedirte que ya le pares que te acuerdes quién en realidad eres. Tú no eres Andrés Manuel López Obrador.

Sánchez Abundis le respondió: “pero tú ¿Quién eres? ¿Quién es cada uno en México? Donde quiera encuentras impostores, impersonadores, simuladores; asesinos disfrazados de héroes, burgueses disfrazaos de líderes: ladrones disfrazados de diputados, ministros disfrazados de sabios, caciques disfrazados de demócratas, charlatanes disfrazados de licenciados, demagogos disfrazados de hombres. Todos son unos gesticuladores hipócritas. (Cfr. Rodolfo Usigli – El Gesticulador)

En eso se levantó uno de los más ricos empresarios, dañados por las medidas de austeridad del nuevo presidente, lo encaró y le dijo: Ninguno ha robado como tú la personalidad de otro. A este reclamo más que Sánchez Abundis le contestó el presidente Andrés Manuel López Obrador: Yo no soy López Obrador. Pero sé que puedo serlo, hacer lo que él quería. Sé que puedo hacer bien a mi país impidiendo que lo gobiernen los ladrones y asesinos como ustedes…yo tengo en un solo día más ideas de gobierno que todos ustedes en toda su vida. Empecé mintiendo, pero me he vuelto verdadero, sin saber cómo y ahora soy cierto. Ahora conozco mi destino: sé que debo completar el destino (Rodolfo Usigli.- El Gesticulador) de Andrés Manuel López Obrador.

Tenemos algo que les será de sumo interés y el presidente pidió que encendieran la televisión pues habría una transmisión de carácter nacional.

 

CON TODO DOLOR HASTA EL HIJO A LA CÁRCEL.

En la cadena nacional apareció el señor presidente:  Amigos todos, estamos a unos meses de terminar esta administración que gracias al voto popular ha intentado transformar al país. En el camino las ambiciones, la avaricia, la traición  han impedido el bien del pueblo. Ante estas situaciones el presidente de la República tiene el deber de desprenderse de cualquier afecto y amistad cuando no ha habido lealtad con su proyecto.

En este momento informo al pueblo de México, que con todo el dolor de padre  y amigo he ordenado que mi hijo Andrés López Beltrán y los empresarios Antonio del Campo, Carlos Slim  y los secretarios de Energía, Defensa, Marina sean puestos bajo resguardo del poder judicial mientras se aclara su situación en referencia a diversas acusaciones de tráfico de influencias y enriquecimiento inexplicable.

El presidente, se retiró sin despedirse. Los militares presentes esposaron a los nombrados en el programa, un gran convoy los esperaba. Fueron conducidos a la zona de detención de la Procuraduría General de la República.

Al día siguiente desde el balcón central de Palacio Nacional el señor presidente de la República recibió el apoyo de miles y miles de seguidores. Imagínate, se dijo en muchas casas, si metió a la cárcel a su hijo, lo que no hará con los demás.

Entre los de los millones de pesos y los del poder, entre los militares que perdieron puestos y tranquilidad se habló de desenmascarar a Sánchez Abundis. De nada serviría concluyeron. ¿Quién nos va a creer?  Después de todo, dijeron los que quedaron en libertad, Sánchez Abundis no nos pegó fuerte, nos dejó con lo que teníamos. Con eso tenemos para seguir tirando por muchos años.

Después de limpiar en lo posible la administración y el nombre de López Obrador, la gran preocupación fue encontrar quien lo sucediera sin los horrores de corrupción, de odio, de división que había encontrado. Tuvo un diálogo fuerte con su posible sucesora. Tú, le dijo cubriste los negocios  de Andrés Manuel. Pusiste bajo resguardo hasta no sé qué año el precio de los segundos pisos y cuando estuviste a cargo del gobierno de la Ciudad de México la venta de drogas, la falta de agua, la inseguridad, el desorden del transporte, en fin la miseria humana creció. Aún no decido si vale  la pena que sigas con tu dizque campaña o te pido el retiro.

 

EL GRAN SOLITARIO DE PALACIO…

En esos días, Sánchez Abundis, perdón el señor presidente se fue quedando sólo. De enemigos tenía a quienes había quitado  privilegios, buena fama y libertad y quienes lo habían ayudado, en particular los que conocían su secreto, le exigían pronta y suficiente retribución.

Nunca se supo con certeza cual de su enemigos y como logró su muerte. Un balazo en el corazón fue la verdadera causa; un gran infarto, como se temía desde su visita a Filadelfia fue lo informado oficialmente.

A su muerte Tamara su compañera protestó. “Yo sé que fueron ustedes, gritó a los empresarios y políticos que llegaron a Palacio. Señora le expresó el Secretario de Gobernación: se trata de un gran héroe, recibirá honores presidenciales y reposará en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Usted, como su colaboradora tendrá la pensión que le corresponde” (Rodolfo Usigli. El Gesticulador)

Yo les dijo Tamara, voy a denunciar esta farsa. El de Gobernación le contestó: “si usted jura que Sánchez Abundis o López Obrador como usted quiera, fue un farsante nadie le creerá. No se puede luchar contra la credulidad de un pueblo entero. Usted es nuestro mejor defensa” (Rodolfo Usigli. El Gesticulador)

A Andrés Manuel  le hicieron grandes homenajes, se nombraron calles y avenidas con su nombre, la capital de su estado fue llamada ciudad López Obrador. Durante los tres días de luto nacional se mantuvo abierta una capilla ardiente en el patio central de Palacio Nacional. Al depósito de sus cenizas en la Rotonda de los Hombres Ilustres asistieron mandatarios de todo el mundo.

Entre la vox populi nadie creyó lo del infarto además con esa cualidad de mártir que se le comenzó a dar era difícil de eliminar su herencia. Los empresarios y militares que se habían hecho ricos eran señalados donde quiera estaban y los generales contratistas, a pesar de su gritos y amenazas, no eran obedecidos con ánimo y oportunidad por sus subalternos. Un día sí y otro también fluía información sobre los negocios de la que había sido la nueva pandilla del poder, la nueva mafia.

Se desataron los juegos por el poder. En el ejército los mandos medios pedían la destitución de sus jefes, en la burocracia el personal técnico exigía cuentas sino claras, por lo menos creíbles y de entre tantos intelectuales, maestros, especialistas que habían sido llamados por Sánchez Abundis surgieron líderes que exigían, además de participación en las decisiones, que se aclarara la muerte de Andrés Manuel.

 

UNA PEDRADA ROMPIÓ EL ENCANTO DEL PODER…

En una casa de las Lomas de Chapultepec, de esas de un reja baja, estilo california y pequeño jardín a la entrada como ocurrió doce años antes cuando fue seleccionado Peña Nieto para ser presidente o como hacía unos meses cuando la muerte del primer López Obrador, se reunieron los de siempre: los grandes señores del dinero, ahora mucho más ricos que hacía seis años, los presidentes de los partidos políticos, expresidentes de la República, dueños de los medios de comunicación y militares y marinos. Pocos días antes habían salido por no existir ninguna prueba contra ellos Antonio del Valle y Carlos Slim.

El tema de la reunión era encontrar un candidato creíble después de “la balconeada” que les había regalado el loco de Sánchez Abundis. Con voz risueña del Valle inicio la reunión: se aceptan propuestas para la candidatura o las candidaturas a la Presidencia de la República, les pido únicamente que quienes ustedes propongan no esté enfermo del corazón y, de ninguna manera tenga un doble que lo pueda  sustituir y hasta rebasar.

No todos alcanzaron a reír, en ese momento primero una pedrada que rompió el vidrio que daba a la sala de reunión y después una lluvia de piedras, de bombas molotov, de cohetones rebasó la barda de la residencia y pegó en vidrios, puertas ventanas, paredes. Vidrios rotos y comienzo de incendios en el jardín y en las puertas de madera interiores. Gritos de una multitud: ¡Asesinos, asesinos de Andrés Manuel! ¡Asesinos! Carreras de los invitados para salir por la puerta secreta de atrás que comunicaba con una residencia comprada  por razones de seguridad.

En esos días ya no fue el rumor sino la certeza de una muerte no deseada lo que dio margen a la destrucción de casas y oficinas. Esto parece el Bogotazo dijeron los entendidos. Surgió el miedo, pero también se originaron nuevos liderazgos. Entre empresarios, militares, gente común, líderes de comunidades, intelectuales surgieran grupos e ideas para de alguna forma, mejorar el uso de los recursos públicos e impedir que la misma gente volviera a gobernar.

Un viejo periodista que por su amistad con Tamara conoció toda la trama expresó: Sánchez Abundis muerto salvó más que al buen nombre de López Obrador a las ganas de vivir sin tanta mentira, robo, abuso del poderoso. Ese fue su legado. El imitador, el admirador, el que tomó en serio los ideales en algo removió las conciencias y en mucho creo esperanza.

Y todo surgió de esta una muerte no deseada.

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