Protocolos para efectos secundarios de las vacunas y otras interrogantes

La información dada a conocer por algunos laboratorios como Pfizer donde revelan la cantidad de efectos secundarios de su vacuna contra el COVID-19 (1,223 efectos secundarios en una lista de 9 páginas para ser exactos), así como el creciente número de demandas jurídicas que comienzan a interponerse en los juzgados de distintas partes del mundo, deben obligarnos a plantearnos una serie de interrogantes que en un muy corto plazo tendrán que ser respondidas.

Demandas como la interpuesta por María Antonia Pacheco en España que presentó una novedosa denuncia por la vacuna de Astra Zeneca que tras recibirla tuvo una serie de afectaciones como infarto en el miocardio ocasionado por una trombosis, afectaciones en la vista y un trombo en el nervio óptico, lo que ella argumenta en su demanda es que no fue previamente informada de los riesgos que podía generar este acto invasivo que representa la inoculación y mucho menos se le dieron alternativas, mismo derecho que está previsto en la legislación española; es decir una ausencia de consentimiento informado. Este caso podría significar un precedente para todos aquellos que en términos legales pudieran argumentar de manera similar, pero sobre todo es un argumento moral y en muchos casos legal fuertísimo para todos aquellos gobiernos que obligaron a su población a la vacuna o restringieron derechos a la población a aquellos no inoculados sin conocimiento de los efectos secundarias de las mismas.

Por ejemplo en México recientemente se denunció un caso por negligencias en el ISSSTE en el caso de una menor con reacción grave a la vacuna, se trata de Asheley Carbajal García quién después de recibir la primera dosis de la marca Pfizer tuvo reacciones graves y un día después estaba intubada con muerte cerebral de una encefalitis combinada con aneurisma combinada (https://www.24-horas.mx/2022/03/14/fallece-asheley-tras-quejas-de-negligencia/) y aunque en México la mayoría de las denuncias no llegan a nada es importantísimo; en todos los sentidos, comenzar a investigar urgentemente estos casos para tener más información que nos permita actuar a tiempo. ¿No debería ser momento para que el dr Jorge Alcocer y Hugo López Gattel desarrollen los protocolos para atención a personas que sufren efectos secundarios?

Todo esto además se agrava con las demandas de Rusia y países como Brasil que han pedido ante la ONU que se investiguen las denuncias acerca de la fabricación de bombas biológicas elaboradas en Ucrania. Independientemente de que esto sea cierto o no hay dos cosas que se develan y que debemos tener en cuenta, una es la necesidad que la humanidad sepa donde, quién las produce y que tipo de armas biológicas existen y dos al no caber duda de la existencia de este tipo de armas la interrogante será saber si estas ya fueron disparadas en tanto a sus efectos le seguimos llamando nuevas cepas o mutaciones del COVID-19.

Lo que es seguro es que entramos a una fase de falta de credibilidad en los políticos, laboratorios, sistemas de salud, iglesias, empresarios, de la perdida misma de esperanza en la humanidad como una especie fallida, justo en momentos de crisis profunda, por ello necesitamos aperturar líneas paralelas del tiempo y concentrarnos en las alternativas que nos puedan dar una nueva luz, empezando por ejemplo, en la medicina alternativa mas eficaz, que logró que la población de muchas civilizaciones llegaban a vivir hasta los 100 años sin problemas de salud, que es la medicina preventiva; comer bien, hacer ejercicio, conectar con la naturaleza. Es decir, ya no se trata de ser anti-algo o pro-algo, sino ser alternantes en las formas de vida en armonía con la naturaleza y dar pie a la medicina que reconoce una espiritualidad en la ciencia.